lunes, 16 de mayo de 2011

Condenan a un Inocente a la muerte en la Cruz

Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás.Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús.


En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Sólo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces —dos según el Evangelio de Juan—, como Jesús le había profetizado.


A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato.Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.


Jesús fue azotado, lo vistieron con una túnica, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: «Saludos, rey de los Judíos».Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa, en arameo, «lugar del cráneo». Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cireneo.






En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el Rey de los Judíos", que a menudo en pinturas se abrevia INRI, —«Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum», literalmente «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos»—. Fue crucificado entre dos ladrones.


Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Eloí, Eloí, lamá sabactani», que en arameo significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», según los evangelios de Mateo y Marcos.


Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios. También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al "discípulo a quien amaba" (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se menciona su nombre). Jesús de Nazaret dice “Todo esta Cumplido”, “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” y expiro.


Jesucristo, desde lo alto de su cruz, quiso ratificar, por un don simbólico y eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los hombres: "Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: - Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: - Ahí tienes a tu madre" (Juan 19. 17-37)


Jesús ha visto venir su muerte y la ha afrontado con lucidez. No la ha eludido. No ha emprendido la huida. No se ha defendido. No ha organizado una resistencia. No ha modificado su mensaje. No ha querido deshacer los posibles malentendidos. Jesús ha temblado ante su ejecución, pero se ha mantenido hasta el final fiel al Padre, fiel a sí mismo y fiel a su misión.
En el dolor del Calvario, la fe de María permanece intacta. Al pie de la Cruz, María mantiene una gran valentía, talvez sean los momentos mas duros, sin embargo ella se mantiene de pie, ante esta dura prueba y mantiene absolutamente su fe. Esto es, hasta el fin, ella no dudo que Jesús era Hijo de Dios.


Toda esta demostración de fe, se confirma luego a María con la resurrección de Cristo.

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