lunes, 16 de mayo de 2011

Pasión y Resurreción de Cristo


La muerte de Jesús en la cruz no es un acontecimiento aislado y separado de su vida. Es el gesto que resume y en donde culmina toda su vida. Es “terminar de morir”. Jesús ha ido muriendo para el Padre y por los hombres día tras día, “desviviéndose” por hacer la voluntad de su Padre y por liberar a sus hermanos. Por eso, desde el seguimiento al crucificado vamos los cristianos dando sentido al sufrimiento de cada día y a la muerte.

La Resurrección vence a la muerte

"El primer día de la semana, muy temprano, va María Magdalena al sepulcro y observa que la piedra está retirada del sepulcro. Llega corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el predilecto de Jesús y les dice: - Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Inclinándose ve las sábanas por el suelo, pero no entró. Llega Simón Pedro por detrás y entró en el sepulcro. Observa los lienzos en el suelo y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido lo escrito, que había de resucitar de la muerte. Los discípulos se volvieron a casa" (Juan 20. 1-10).




Pascua Cristiana Vs Judía

Los judíos han celebrado la pascua como un memorial por generaciones, porque en esa “noche de las noches” el pueblo de Dios fue rescatado de la esclavitud. Como buen judío, Jesús celebraba todos los años la pascua en conmemoración de la salvación de su pueblo.
Los cristianos reconocemos la última vez que Jesús celebro la pascua como la Ultima Cena, en la cual reunió a sus apóstoles, se despidió de ellos e instituyó una nueva alianza. En lugar del cordero, el mismo se ofreció como victima; bendijo el pan y el vino, los trasformo en su cuerpo y sangre, y los dio a comer a sus discípulos. Después les mando hacer lo mismo en “memoria” suya.
Para los católicos, la pascua es más que una recuerdo celebrado en honor de Dios. La cena de Jesús con sus apóstoles es al mismo tiempo sacrificio y banquete; rito y sacramento, para todo tiempo y lugar, y para todas las personas. Jesús da su sentido definitivo a la pascua judía y anticipa la pascua final de la iglesia en la gloria del reino. Esta celebración tiene lugar en cada misa, particularmente los domingos y durante la semana santa.

PASCUA CRISTIANA: Paso de la muerte a la resurrección



PASCUA JUDíA: Paso de la esclavitud a la liberación 





Se conoce como Triduo Pascual a los tres días en que los católicos celebran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Comprende el tiempo desde la tarde del Jueves Santo, hasta la tarde del Domingo de Pascua. Es el corazón del año litúrgico.


* Jueves Santo: Última cena
* Viernes: Muerte
* Domingo de Pascua: Resurrección de Jesús

¿Qúe pasó en la Última Cena?


Las horas que precedieron a la Pasión y Muerte de Jesús quedaron grabadas con singular fuerza en la memoria y el corazón de quienes estuvieron con él. Por eso, en los escritos del Nuevo Testamento se conservan bastantes detalles acerca de lo que Jesús hizo y dijo en su última cena. 


En esa ocasión estaba Jesús sólo con los doce Apóstoles (Mt 26,20; Mc 14,17 y 20; Lc 22,14). No le acompañaban ni María, su madre, ni las santas mujeres. Según el relato de San Juan, al comienzo, en un gesto cargado de significado, Jesús lava los pies a sus discípulos dando así ejemplo humilde de servicio (Jn 13,1-20). A continuación tiene lugar uno de los episodios más dramáticos de esa reunión: Jesús anuncia que uno de ellos lo va a traicionar, y ellos se quedan mirando unos a otros con estupor ante lo que Jesús está diciendo y Jesús de un modo delicado señala a Judas (Mt 26,20-25; Mc 14,17-21;Lc 22,21-23 y Jn 13,21-22).

En la propia celebración de la cena, el hecho más sorprendente fue la institución de la Eucaristía. De lo sucedido en ese momento se conservan cuatro relatos ―los tres de los sinópticos (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-20) y el de  Juan. Se trata en todos los casos de narraciones de apenas unos pocos versículos, en las que se recuerdan los gestos y las palabras de Jesús que dieron lugar al Sacramento y que constituyen el núcleo del nuevo rito:
 «Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: —Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía» (Lc 22, 19 y par.).
 Son palabras que expresan la radical novedad de lo que estaba sucediendo en esa cena de Jesús con sus Apóstoles con respecto a las cenas ordinarias. Jesús en su Última Cena no entregó pan a los que con él estaban en torno a la mesa, sino una realidad distinta bajo las apariencias de pan: «Esto es mi cuerpo». Y trasmitió a los Apóstoles que estaban allí el poder necesario para hacer lo que Él hizo en aquella ocasión: «Haced esto en memoria mía».
 Al final de la cena también sucede algo de singular relevancia: «Del mismo modo el cáliz  después de haber cenado, diciendo: —Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22, 20 y par.).

Los Apóstoles comprendieron que si antes habían asistido a la entrega de su cuerpo bajo las apariencias del pan, ahora les daba a beber su sangre en un cáliz. De este modo, la tradición cristiana percibió en este recuerdo de la entrega por separado de su cuerpo y su sangre un signo eficaz del sacrificio que pocas horas después habría de consumarse en la cruz.

Además, durante todo ese tiempo, Jesús iba hablando con afecto dejando en el corazón de los Apóstoles sus últimas palabras. En el evangelio de San Juan se conserva la memoria de esa larga yentrañable sobremesa. En esos momentos se sitúa el mandamiento nuevo, cuyo cumplimiento será la señal distintiva del cristiano: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros» (Jn 13,34-35).
Tenemos en los Evangelios cuatro relaciones separadas de la Pasión, las cuales se complementan unas con otras, por lo sólo a través de un cuidadoso examen y comparación de todos ellos podemos llegar a tener un conocimiento claro y completo de toda la historia. Los tres primeros Evangelios son muy similares entre sí en su plan general, y de hecho son tan parecidos que se cree que están relacionados por algún tipo de conexión literaria; pero el cuarto Evangelio (de Juan), aunque el escritor evidentemente estaba familiarizado al menos con el tono general de la historia contada por los otros tres, nos ofrece un relato independiente.

La diferencia principal entre los tres evangelios sinópticos y el de Juan, es que este último narra el lavatorio de los pies: 


(Juan 13, 1-15)

Huerto de los olivos

Evangelio de San Juan (18,1-6)
"Salió Jesús con sus discípulos al huerto de los Olivos a orar. Judas, el traidor, conocía el lugar, porque muchas veces se había reunido Jesús allí con sus discípulos. Así pues, Judas tomó un destacamento de soldados y algunos empleados de los sumos sacerdotes y los fariseos, y se dirigió allí con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que le iba a pasar, se adelantó y les dice: - ¿A quién buscáis? Le respondieron: - A Jesús, el Nazareno. Les dice: - Soy yo. También Judas estaba con ellos. Cuando les dijo soy yo, lo prendieron y lo llevaron a un falso juicio" 

 Evangelio de San Mateo (26, 36-39)
"Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo: "Sentaos aquí, mientras voy allá a orar". Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo: "Me muero de tristeza; quedaos aquí y velad conmigo". Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: "Padre mío, si es posible que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres". 

LA DETENCIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ.










Se produce de noche, cuando el derecho romano prohibía expresamente que se produzcan detenciones de noche. En realidad los romanos carecían de interés inicial en el asunto, y fueron los Fariseos quienes mezclaron a los romanos en el asunto. La razón es bien sencilla, querían la muerte de Jesús, y esa pena estaba reservada a los romanos. Los judíos tenían cierta autonomía jurídica, pero las penas capitales estaban reservadas a los romanos. Si la detención la hubieran realizado los judíos por su cuenta, se aseguraban que Roma no dijese nada, y por tanto, no podrían condenar a Jesús a muerte. De ahí que utilizasen a soldados romanos en la detención de Jesús, para asegurarse la intervención de Pilatos.

La predisposición de la detención a Jesús se ve clara si atendemos que no se detiene a Pedro, a pesar de utilizar la espada contra los asaltantes, llegando a lesionar a uno de ellos. Es notorio cómo se olvidan de todo lo que rodea a Jesús. Van a por Él, y se centran en Él.

Mantienen a Jesús detenido durante la noche. El proceso ante el Sanedrín duro hasta las 3 de la mañana, pero no lo llevan a Pilatos hasta que amaneció, por miedo a que importunar al procurador romano provocase la inhbición de éste. Ello produciría la imposibilidad de condenar a muerte a Jesús, objetivo último de los judíos.





Condenan a un Inocente a la muerte en la Cruz

Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás.Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús.


En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Sólo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces —dos según el Evangelio de Juan—, como Jesús le había profetizado.


A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato.Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.


Jesús fue azotado, lo vistieron con una túnica, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: «Saludos, rey de los Judíos».Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa, en arameo, «lugar del cráneo». Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cireneo.






En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el Rey de los Judíos", que a menudo en pinturas se abrevia INRI, —«Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum», literalmente «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos»—. Fue crucificado entre dos ladrones.


Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Eloí, Eloí, lamá sabactani», que en arameo significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», según los evangelios de Mateo y Marcos.


Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios. También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al "discípulo a quien amaba" (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se menciona su nombre). Jesús de Nazaret dice “Todo esta Cumplido”, “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” y expiro.


Jesucristo, desde lo alto de su cruz, quiso ratificar, por un don simbólico y eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los hombres: "Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: - Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: - Ahí tienes a tu madre" (Juan 19. 17-37)


Jesús ha visto venir su muerte y la ha afrontado con lucidez. No la ha eludido. No ha emprendido la huida. No se ha defendido. No ha organizado una resistencia. No ha modificado su mensaje. No ha querido deshacer los posibles malentendidos. Jesús ha temblado ante su ejecución, pero se ha mantenido hasta el final fiel al Padre, fiel a sí mismo y fiel a su misión.
En el dolor del Calvario, la fe de María permanece intacta. Al pie de la Cruz, María mantiene una gran valentía, talvez sean los momentos mas duros, sin embargo ella se mantiene de pie, ante esta dura prueba y mantiene absolutamente su fe. Esto es, hasta el fin, ella no dudo que Jesús era Hijo de Dios.


Toda esta demostración de fe, se confirma luego a María con la resurrección de Cristo.

Vía Crucis


Las estaciones tradicionales que no vienen en los textos evangélicos: las tres caídas de Jesús con la cruz, el encuentro con su Madre, el gesto de la Verónica limpiando su rostro, el cuerpo muerto de Jesús en manos de su Madre.

El via crucis (camino de la cruz) es una forma de religiosidad popular que estuvo muy extendida en el pueblo cristiano. Son numerosas las iglesias cuyas paredes están adornadas con 14 cruces o imágenes en las que queda secuenciada la Pasión de Jesucristo. A cada una de estas cruces o imágenes se le da el nombre de estación, porque quien hace el vía crucis se detiene unos momentos, reflexiona y ora sobre una escena concreta de la Pasión. 


1ª ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE

 2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGADO CON LA CRUZ


3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR PRIMERA VEZ, BAJO EL PESO DE LA CRUZ

4ª ESTACIÓN: ENCUENTRO CON LA VIRGEN

5ª ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AL SEÑOR A LLEVAR LA CRUZ

6ª ESTACIÓN:LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

 7ª ESTACIÓN: SEGUNDA CAÍDA EN EL CAMINO DE LA CRUZ

8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN

 9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

10ª ESTACIÓN: JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

11ª ESTACIÓN: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ

12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

13ª ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE

14ª ESTACIÓN: EL CADÁVER DE JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO